miércoles, 23 de agosto de 2017

Participación en el concurso literario de "Leyenda del Puerto de Sagunto".

Con motivo de la celebración del centenario del Alto Horno de Puerto De Sagunto se han celebrado una serie de actividades, Ginkanas y concursos, entre ellos uno literario en el que hemos participado mí padre y yo. Aunque no hemos ganado ninguno de los dos los primeros premios, nos han dado un diploma y se publicarán nuestros relatos cortos en un libro conmemorativo de dicho centenario.
Mi escrito voy a compartirlo con vosotros en mi blog. Está dedicado a mi abuelo José.

Carta a mi padre:

                         Sagunto, 1 de enero de 1938

Querido padre:

Sé que nunca vas a leer mis palabras, te llevó una pulmonía siendo yo un bebé indefenso, quedando sólo en la vida, con mis tres hermanas y mi madre.

Con sólo 4 años tuve que empezar a trabajar ayudando con los fardos de paja a madre, con 6, a los pescadores en las playas del Plomo y Aguamarga, con 10 ya echaba una mano en las minas de aquella zona y cuando cerraron, con tan sólo 14 años me vine al Puerto de Sagunto, hemos dejado todo atrás en aquel Cabo de Gata.

Si me vieras, seguro, estarías orgulloso de mí. Por mi fortaleza, altura y hombría, pasé por un hombre de 16 años, si no, no me daban trabajo. Un puesto de trefilador en fábrica. Mis manos no tardaron en deformarse de trabajar el alambre.

Viendo fotos de Aguamarga entre compañeros de trabajo que emigraron como yo, me enamoré de una mujer que salía en una de ellas, me dieron sus señas y fue tal la locura de amor que me dió, que pedí un permiso en fábrica para poder viajar a mi pueblo natal y pedir consentimiento a su padre para cartearme con ella. Mi habilidad para escribir poesía con lo poco que aprendí a escribir y mi nobleza consiguió enamorar a Paquita, que se llamaba esta hermosa joven.

El trabajo en fábrica era duro y caí enfermo. Mi suegro que era un gran empresario y haciéndose eco de la gran crisis que se avecinaba vino a visitarme al Puerto con un gran cargamento de productos básicos de salud, jeringuillas, termómetros, gasas, mantas,... Para que pudiese comenzar un pequeño negocio de venta. Fui de casa en casa, vendí en mi domicilio, en los mercados... Cuando acababa un cargamento compraba otro nuevo, a veces cuadros, más mantas, telas…

Aunque ya no trabajase en fábrica, cuando empezaron los despidos y la crisis apoyé a los trabajadores, me uní a las huelgas, ayudé a las familias sin recursos que tanto me recordaban a la necesidad que pasé de niño.

Pero hoy te escribo porque por primera vez en la vida siento miedo. Hace un año perdí a mi primer hijo y estamos esperando otro bebé con ilusión, sin embargo ha estallado la guerra civil. He tenido que huir del Puerto, he dejado mi hogar y mi negocio. Estamos escondidos en la estación de Faura, abrazados Paquita y yo con lágrimas en los ojos, escuchando caer bombas a lo lejos, sin saber si el Puerto que hemos visto crecer, que ha nacido del esfuerzo de tantos españoles que hemos ido emigrando de diferentes puntos de España seguirá en pie esperando a que volvamos.

Padre, hoy te escribo para que sepas que siempre te he tenido presente en mi vida intentando ser un buen hombre. Que si hay un Dios y te tiene a su lado, nos tenga hoy protegidos a nuestra familia y a nuestro Puerto de Sagunto.



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