sábado, 12 de agosto de 2017

Sólo tú sabes hacer eso en mí.

Hay días que me parece que el verano se me hace largo. Me levanto ya sin energía. De repente te despiertas tú, como un torbellino, pidiendo a la vez el desayuno, agua, que encienda la tele y cambie tu pañal. Cuando te dejo en la escoleta me doy cuenta que mi café con leche está en el microondas. Pienso: "Ahora me tomo uno en el bar de papá" aunque tenga mil cosas que hacer paso un rato allí charlando con la gente o revisando el Facebook.
Cuando te recojo a medio día ya me avisas "ñam", no vaya a relajarme mucho y tarde en darte de comer. Mientras acabo de preparar la comida por ahí te tengo pululando, mirando lo que preparo, abrazandome, pisando mis pies una y otra vez, golpeando mi espalda para avisarme que sigues ahí y tienes hambre, diciéndome "mamamama guapa", así cuesta menos recibir los pisotones y no poder moverse en la cocina o tener que recoger todo aquello que derramas.
Sé que tienes que comer solita, pero cuando llevas 6 cucharadas, 3 en el suelo, el pelo manchado, mi ropa sucia, tu hermana pidiéndome que le pele la manzana y yo pensando que tengo que tender la lavadora... Acabo cogiendo la cuchara...
Tu ratito de siesta es lo mejor del día, suena mal, pero ese rato se lo dedico a Itziar que lo necesita tanto.
Al ratito... Se oye en casa "ñam"... Alguien se ha despertado ya y sólo piensa en merendar. Se acabó la calma, como un tsunami tira cuanto encuentra por encima de las mesas mientras ríe a carcajadas y su hermana protesta, me da el mando de la tele para que suba el volumen, ¡fiesta!.
Yo sólo pienso en que meriende rápido y salgamos a la calle antes de que destroce la casa.
Según esté mi carga de batería; será la tarde de plaza, Francina tiene mucha energía...
Según mi estado de ánimo podemos convertir la tarde..  de perseguir a los niños para arrearles un par de tortas, o bien en una tarde de gritos y castigos, o bien en un divertido juego de pillar en el que Francina y yo corremos detrás de todos a pillarle. Es cuestión de saber darle la vuelta a esos momentos de nervio de Francina.  Esas son las mejores tardes, sin duda, todos reímos, Francina se integra, cae bien, la quieren, la ven una una más, yo estoy feliz, pero sudamos, nos cansamos y caemos agotadas... Ojalá pudiera hacerlo así cada día. Correr, convertir sus nervios en juego, que los niños en lugar de temeraria la busquen, que yo en lugar de enfadarme, me ría... Hay días que todo parece tan fácil, que su sonrisa lo cura todo, que sus abrazos me dan descanso, que sus palabras ras me curan los males y sus miradas me hacer olvidar cualquier dolor que me haya causado su discapacidad y clamó gracias al cielo por tenerla. Esos días me arrepiento por tantos otros de los que me lamento. Te quiero mi vida. Mi Francina. 

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